Cierro
los ojos y te imagino frente a mí. Sonriendo. Con esas ganas locas que tienes
de abrazarme y mis ganas locas de perderme entre tus brazos. Y de mis labios se
escapa una sonrisa. Sincera y limpia. Como lo que siento contigo y por ti.
Si
pudiera pedir un deseo sería estar siempre a tu lado. O si no siempre, porque
los “siempres” no duran eternamente, estar mientras nos hagamos felices. La
verdad es que empleamos la palabra “felicidad” o “ser felices” demasiado a la
ligera. Yo no creo que exista la felicidad completa, solo creo que existen los
momentos felices y quizás eso venga acompañado de personas. Tú estás haciendo
de mis últimos días, de estos escasos dos meses que te conozco, días llenos de
momentos felices y con ello soy feliz. Creo que no te haces una idea de ello o
sí, te la haces, porque te pasa lo mismo, lo sé, aunque el miedo te pueda.
Que
a veces nos complicamos la vida tontamente, pensando demasiado y haciendo caso
a esos miedos e inseguridades, que nos bloquean y nos paralizan. Cuando tiene
que ser al contrario, tiene que ser el miedo el que nos empuje. ¿Te acuerdas
que te conté que el miedo es bueno? ¿Que es el miedo el que nos impide saltar
por una ventana o hacer cosas que sabemos que nos va a ser perjudicial? Pero…
esto, esto no es miedo, ¿qué es? No lo sé, será el freno de emergencia, pero
cuando tanto tú como yo seguimos tentando a la suerte de estar juntas (de una
forma u otra) es porque nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro corazón, sabe
que no hay peligro ninguno.
Solo
quiero tenderte la mano y que te agarres a ella. Sin que sientas miedo, porque
no voy a soltarte. Que si tienes que caer, caeremos las dos. Que no sé dónde
nos llevará este camino que hemos empezado a andar, pero sé que quiero
recorrerlo contigo. Que si no morimos en nuestro veneno, viviremos dándole
sorbitos al antídoto, porque sé que tenemos ganas de probarlo, tenemos ganas de
morir la una en la otra.
Pero
si, por el contrario, nos quedamos a mitad... seguiré a tu lado. En el mismo
camino que tú. Vigilándote de cerca, sin perder detalle, procurando saber que
eres feliz. Porque tu felicidad es la mía, porque si tú ríes… yo río, porque si
tú lloras… yo lloro. Que el camino está bien señalizado y que no nos vamos a
perder. Eso te lo prometo yo y nunca prometo nada que no pueda cumplir, qls
(que lo sepas).
A
veces las palabras se me quedan cortas, lo sabes. Prefiero que los hechos, mis
hechos, te demuestren lo importante y especial que ya eres para mí.
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